ALGO MÁS QUE FERIANTES. El espacio de las librerías

Estamos de feria” es el recurso más utilizado entre finales de mayo y primeros de junio para los que trabajamos en la actividad librera a todos los que nos preguntan por un título en la tienda, a los operadores de compañías de telecomunicaciones que nos ofrecen una oferta única o simplemente a los que se acercan con intención de saludar, ya sean clientes, amigas o amigos, o la vecina o vecino del quinto.

Y no es para menos. Movilizamos muchos recursos durante estos días de vorágine en los que reorganizamos nuestro personal y almacenamos libros por encima de nuestras posibilidades para estar más cerca y de otra manera con las lectoras y lectores.

Ferias del libro que no solo se celebran en Madrid, por muy insólito que parezca, y que llenan las plazas de nuestras ciudades con lecturas en casetas llenas de historias atendidas por libreras y libreros con más vocación que ambición.

En este contexto de celebración del libro, pasa desapercibido para el público en general y se ha normalizado para propios y extraños la presencia de otros sectores cuya actividad habitual no es la venta al por menor al cliente final. Resulta contradictorio para los que trabajamos en la cadena de valor del libro este salto en el orden secuencial que va desde la creación hasta el contacto y venta final al público lector.

También resulta complicado sintetizar las causas de estos cambios en la estructura del ecosistema del libro. En la venta digital hemos ido permitiendo estos desajustes que ordena la Ley 10/2007, de 22 de junio, y aunque molesta y hace daño al sector, se vuelve aún más incómoda cuando esta convivencia es presencial y coincidimos en las Ferias.

Esta situación desnaturalizada no solo se da en las ferias organizadas por instituciones, editoriales u otros agentes que comienzan a ser mayoría en detrimento de sus promotores originales, las librerías, también sucede en las que lideramos desde los Gremios y Asociaciones territoriales. A veces la necesidad presupuestaria que requiere la supervivencia de este evento prima sobre la lógica y el respeto de los distintos eslabones de la cadena de suministro.

Como resultado final nos encontramos ferias con una presencia cada vez mayor de agentes en cuya actividad empresarial no se contempla la relación directa con las lectoras y lectores, ganando progresivamente protagonismo en nuestra propia fiesta.

Ante esta situación, ¿cuál es nuestra propuesta? Siempre la colaboración. Las editoriales deben seguir formando parte de las ferias manteniendo la estrecha relación con las librerías a través de espacios cedidos en nuestras casetas para la exposición de sus títulos gestionados de manera consensuada, tal y como sucede en las estanterías de nuestro punto de venta.

En algunas ferias ya están trabajando en ello con buenos resultados. Las sinergias que se generan entre ambos sectores son muy positivas fruto del interés que compartimos por la lectura, promoviendo la presencia de un fondo editorial diversificado.

La colaboración entre sectores respetando los distintos espacios no es una cuestión de cortesía, es necesaria para el buen funcionamiento de la cadena de suministro del libro. Debemos tener en cuenta que sin estos balones de oxígeno que suponen las ferias y salones del libro para algunas librerías, su rentabilidad mermaría rompiendo el equilibrio presupuestario anual necesario para seguir siendo sostenible. Y si no somos sostenibles, ¿quién va a vender los libros a pie de calle los 350 días restantes tras las ferias?

 

CEGAL – Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías