ALICIA SELLÉS “La librería es un intermediario de confianza, de garantía de calidad”

Alicia Sellés

Defensora apasionada del valor social y cultural de las bibliotecas públicas, Alicia Sellés es bibliotecaria y trabaja como consultora. Durante cuatro años ha sido el rostro visible de FESABID, organización que agrupa a la mayor parte de las asociaciones y colegios profesionales del sector de la información y la documentación de nuestro país y que cambió su junta directiva el 18 de junio.

En un momento en el que las bibliotecas siguen arrastrando tremendas desigualdades territoriales, se encuentran inmersas en un cambio de paradigma.

Dentro de la línea emprendida por CEGAL y por el Grupo Kirico de detectar buenas prácticas y entablar un diálogo con los agentes mediadores de la lectura, hoy conversamos con esta profesional apasionada de la información y la lectura, en todas sus formas posibles, y convencida, además, de que las librerías son un intermediario de calidad.

 

P: Alicia, ¿qué sois las bibliotecas en este momento?

R: Las bibliotecas son, en el marco legal incluso, la garantía de acceso a la información, la lectura y a la cultura. Pero creo que muchas bibliotecas en las que se está trabajando, y se están cuestionando algunas situaciones tradicionales, porque de lo que hablamos es de acceso significativo a la cultura, a la lectura, a la información y al conocimiento.

Ese es el cambio de paradigma. Hace poco, Alfonso Martinell escribía un artículo titulado “La mutación de las bibliotecas”, en el que se incide en que el centro no son las colecciones o los edificios, sino que el centro son las personas.

Hay quien dirá “pero es que el centro siempre han sido las personas”… Pues sí, es cierto. El Manifiesto Unesco/IFLA del año 94 ya reflejaba que el centro son las personas pero creo que hay una cuestión con la que tenemos que ir lidiando y es la concepción de vincular exclusivamente a las bibliotecas con la lectura ( y los libros) y hacerlo en el sentido elitista.

 

P: ¿A qué te refieres con elitista?

R: Las bibliotecas no son sólo, ni deberían ser sólo, para la gente que le gusta leer.

La lectura tiene un poder transformador de la sociedad y las bibliotecas tienen que pensar en él. Las bibliotecas no existen sólo para poner a disposición las últimas novedades editoriales. Trabajan para garantizar ese acceso significativo del que hablábamos antes.

Hay otra reflexión que me parece muy interesante y es que en este país hemos tendido a especializar la cultura. Especializar la cultura significa “esto es un archivo, esto es un museo, esto es una biblioteca, esto es un centro de la juventud”… Hemos hecho contenedores y ¿eso qué provoca? Pues que se atomicen las fuerzas.

De todos modos, legalmente, las únicas reconocidas como garantía de derecho de acceso a la cultura son las bibliotecas. Deberíamos pensar en las posibilidades que eso nos abre.

 

P: ¿Qué distancia hay entre la realidad y el deseo?

R: Estamos en ese momento de cambio, hay parte de sueño y parte de realidad, pero lo cierto es que tenemos unas desigualdades tremendas en el país.

Acaban de inaugurar la Biblioteca García Márquez de Barcelona, que es una maravilla, que tiene hasta un estudio de radio porque el podcast es ahora mismo una de las tendencias de acceso a la información, a la cultura, al conocimiento, a las obras. Eso es un oasis. También son un oasis las bibliotecas de Navarra, por ejemplo, que están trabajando un concepto de bibliotecas por la paz y la convivencia, en el que la lectura es protagonista; la Diputación de Barcelona o algunas bibliotecas de Euskadi que están trabajando en unas estrategias de visibilización dentro de las políticas de desarrollo. O la biblioteca de Caudete (Albacete) que está en un proyecto europeo en el que se reivindica y repiensa la biblioteca como agente educativo y como tercer lugar junto con otras instituciones o servicios locales. Podría poner más ejemplos, pero creo que entiendes a lo que me refiero.

Hay una parte de movimiento dentro del colectivo bibliotecario. Hay una diferencia cuando alguien te dice “soy bibliotecario” o “trabajo en la biblioteca”. ¿Qué es ser bibliotecario o bibliotecaria? ¿Es sólo la persona que cataloga, es el técnico, es el que atiende a la persona en el mostrador? El bibliotecario o la bibliotecaria lo que tienen que hacer es que la gente acceda a la información y a la cultura. No nos podemos poner exquisitos.

Hay que trabajar más para que la biblioteca tenga una presencia en la sociedad y una mirada diferente a la habitual, como estudiódromos o como contenedores de libros, sólo para préstamo.

Lo que, de momento, no es una realidad es la planificación. Los bibliotecarios programamos más que planificamos. El trabajo suele ser de dentro para fuera, con los usuarios que tengo ya, no se presta atención a las realidades de las comunidades, sino que se hace orientada para que la gente lea, para que la gente se forme, pero ¿tú le has preguntado a la gente cómo quiere leer y cómo se quiere formar?

P: FESABID tiene una faceta de su trabajo muy importante que es la elaboración de estudios de situación, de denuncia, que tienden a demostrar las dificultades con las que trabajáis.

R: Nuestros estudios demuestran cuál es la política bibliotecaria. Una parte de la denuncia es la ausencia de una política pública bibliotecaria, una estrategia. Si el 80% del presupuesto se va en gastos estructurales y colección, ¿dónde está el cambio? Si las actividades las hacemos como setas e inconexas, ¿dónde están esos ejes que se tienen que trabajar?

Las políticas que se traducen en presupuesto van a colección, van a modelos de gestión superverticales, desde Cultura y ya está. Las bibliotecas no están en otras políticas públicas para que tengan presupuestos más transversales, con otras miradas. Y la colección es muy importante pero ¿qué colección? ¿Tan sólo colección comercial que podemos licitar? ¡Ay, qué triste! Estamos dejando muchas veces fuera a la librería de al lado, al ecosistema que tengo; estamos dejando fuera muchas muchas veces al productor de recursos que no es tan fácil comprar.

Esta parte de colección y recursos me tiene muy preocupada porque, al final, ¿sabes esto qué dicen del mainstream, del big data, del fake? Hay una nube que es tan grande que lo pequeño se invisibiliza.

Cuando se habla de bibliodiversidad, que es un concepto que está en el Plan de Fomento de la Lectura, si yo quiero hablar de diferentes temas, de diferentes lenguas, ¿cuál es el circuito? Si yo quiero comprar un podcast, o suscribirme a alguna plataforma, ¿cómo puedo hacerlo sin tener problemas con el interventor? ¿Cómo puedo comprarle a la librería de al lado sin tener también problemas con el interventor?

 

P: Estos temas de los que estás hablando nos preocupan especialmente a las librerías.

R: Es que la colección, la inmediatez, la necesidad… esas miradas tienen que estar en las condiciones de las bibliotecas y no están… Lo local, lo cercano, lo significativo, lo socialmente favorable para las personas, ¿dónde está eso? Este aspecto tenemos que repensarlo con las librerías y con parte del circuito, pero sigo pensando que las librerías son clave.

Te voy a poner un ejemplo de algo que sucede en Valencia porque a otros les gustará que les hagan su trabajo, pero a mí no. En Valencia, la Consellería da una subvención para bibliotecas escolares y dice: este porcentaje es para libros en valenciano, este porcentaje es de autoría mujer, y viene una editorial, me da una caja y me dice: “con esto cumple la subvención.  Son 1.000 euros” o nos dicen “te mando el excel con las obras que puedes comprarme”… Eso me parece superpeligroso.

 

P: Para las librerías el criterio de selección es uno de los principales argumentos de defensa de nuestro trabajo.

R: ¡Claro! Muchas veces me pregunto ¿dónde está el criterio de los bibliotecarios, de los profesionales, de los libreros que ayudan en la mediación

Uno de los proyectos en los que se está trabajando desde la Fundación FULL es el impulso a la Escuela de Librería con esta idea de que la gente del sector tengamos formación conjunta. Se llama así porque tiene esa apuesta por la librería como ese agente mediador y porque está inspirada en la Escola de Llibreria que tienen en la Facultad de Biblioteconomía, en Catalunya.

Ya sé que esto nos obliga a una actualización continua, a la formación, la parte de contacto, de descubrimiento… Nos obliga a ser activos y a dedicarle un tiempo. Y hay que huir de la parte de “las recetas”. Te lees esto, y dibujas esto, y respondes estas preguntas… Todo lo que se va produciendo está muy orientado al concepto de receta. La vivencia, la experiencia, la experimentación y el acercamiento… eso es lo importante y lo significativo, que hablábamos al principio. Hay que conocer las obras. Formarte para tener criterios para seleccionar.

 

P: Vuelvo un poco a los informes de FESABID porque fue muy emocionante veros en el Senado, visibilizando la labor que realizáis y la importancia que tenéis.

R: Ya lo intentamos con el otro informe pero fue un momento complicado. Queríamos evidenciar dos cosas. El marco legal de las bibliotecas deja muy claro que dependiendo de donde vivas, tienes derecho o no a disponer del servicio de bibliotecas, y queremos que en el momento en que se vote el estatuto de pequeño municipio o se modifique la Ley de Bases de Régimen Local, se baje ese porcentaje de 5.000 habitantes porque la realidad de España del territorio ya no es.

Pero también deja claro el modelo de biblioteca, donde se habla de puestos de lectura. Las bibliotecas ya no son tanto una mesa o una silla, o un contenedor de libros. Lo que queremos es un concepto de espacio para socializar la lectura, para trabajar con la lectura, para que la lectura sea un motor de transformación en cualquiera de los ámbitos.

Nuestro marco legal está vinculado al libro y la lectura, eso nos gusta pero nos limita porque no dejamos de vincularnos al circuito.

Si tuviéramos una política del libro y la lectura, entendiendo libro en cualquier formato, obra, papel, digital, recursos digitales vinculados, me gusta mucho esa idea de la ficción digital o lo transmedia, o esa parte de la imagen y la ilustración, lectura sin palabras, si sólo me vinculas al libro con el artefacto con letras de más de 50 páginas… me estás limitando pero también estás limitando al sector del libro. Y os están limitando a las librerías, que ahora no podéis tener opciones en el mercado digital. ¿Por qué no las vais a tener?

Esto es una cosa que me parece tremenda… que al final no haya un trabajo potente en esa línea. No sólo por la proximidad, la cercanía que tenemos librerías y bibliotecas, sino también por la confianza en la prescripción de las librerías… ¿Por qué no va a poder vender en digital Todos tus Libros, que es un recurso estupendo?

 

P: En todo este cambio de paradigma a veces me da la sensación como si la librería se fuera a quedar como un refugio de papel…

R: Esa faceta de la mutación que estamos viviendo las bibliotecas también deberíais tenerla vosotros porque yo no os quiero excluir. Lo que estamos defendiendo es hacer que la lectura llegue en cualquiera de sus formatos, y en todas sus lenguas, a la gente. La librería es un agente de proximidad que no se puede perder, un intermediario de confianza, de garantía de calidad.

Es obvio que aquí hay una diferencia importante. Las bibliotecas somos una garantía de derecho a la ciudadanía, libre, gratuita, objetiva, equitativa, inclusiva. Las librerías sois la vertiente comercial que también garantiza el acceso a la lectura.

Pero si mi usuario quiere leer en digital, ¿por qué no se lo puedo dar? ¿Tú te puedes creer que la ONCE escanea las páginas en pleno siglo XXI? ¿Por qué estamos poniendo trabas a todos? A lo digital, porque es piratería. A la librería, porque es sólo papel. Las editoriales, en sus páginas webs, sí venden sus epubs…. El tema de la cadena y la eterna discusión…

 

P: Hay una vía de colaboración que sí estamos detectando entre librerías y bibliotecas, y es a través de la organización de eventos.

R: Esto es un aspecto que a veces no habla bien de nosotros porque enseguida nos sale la ética de “uy, vamos a beneficiar a las empresas privadas…

Es necesaria una mayor defensa del valor que está aportando la librería, ya no sólo al negocio, sino a la lectura. Sí, sois comercio, pero también sois un agente cultural clave en el municipio. Sí, sois privados, pero es que que las librerías vendáis, también significa que la sociedad lee, se hace más culta, más crítica. El desafío está en demostrar el aporte de valor que hacen las dos instituciones, culturalmente, en conocimiento, en alfabetización… Sois un agente a tener en cuenta. Esa reivindicación, advocacy lo llamamos nosotros, la tenéis que hacer.

 

P: Alicia, las bibliotecas lleváis años de desinversión. ¿2022 supone un respiro?

R: Sí, este año va a haber una gran inversión pero no olvidemos que son fondos Next Generation. Desde el Ministerio han convencido a Europa de que la compra de libros tiene ese poder transformador de la sociedad y vamos a recibir 13 millones de euros, que veremos cómo se van a gestionar porque la gestión se ha derivado a las comunidades autónomas y eso puede generar problemas.

La pregunta es ¿cuál es la sostenibilidad? ¿Qué va a pasar el año que viene? Es fantástico pero no nos equivoquemos, no sabemos hasta dónde eso se va a estirar. ¿Qué se debe recuperar la inversión? Sí. ¿Qué la Dirección General del Libro se va a pelear por mantenerla? Claro. Son peleones. Lo intentarán.

 

P: Pero, al final, gran parte depende de las autonomías y los municipios…

R: Te lo voy a decir así. Depende de lo iluminado que sea el concejal o concejala…

Hay que garantizar un marco legal que regule las desigualdades que existen en este momento. ¿Sabes las bibliotecas que no tienen presupuesto para comprar? Esto está dando lugar a situaciones como la que hace poco denunciaba un artículo en Newtral, sobre la piratería en la escuela. Como no hay presupuestos para comprar, ¿qué hace el profesor? Da a sus alumnos libros en pdf. Eso es una práctica supercomún y muy preocupante.

El ecosistema está fallando. Necesitamos editoriales o productores de contenidos que hagan cosas decentes. Y distribuidores hacia la ciudadanía hay dos: bibliotecas o librerías. Todo eso tiene que alimentarse.

Quien quiera y se pueda comprar, que lo haga. Quien no quiera comprárselo o no pueda, que vaya a la biblioteca. La biblioteca escolar o la biblioteca pública deberían tener una línea de apoyo a las obras que leen los niños en la escuela. Si no lo puede comprar la gente, que lo compren las bibliotecas, pero que alguien lo compre. Ahí sí que hay que denunciar la piratería. Que se garantice que se lee, que se están protegiendo los derechos y se está respetando la cadena.

 

P: ¿Qué crees que podríamos aprender las unas de las otras?

R: Que alguien piense que no puede aprender nada, me parece un error de partida. Pues mira… Nosotros, como movimiento asociativo, reivindicativo, estamos defendiendo mucho la parte de estudio y análisis. Por ejemplo, no me gusta nada el estudio de hábitos de lectura y consumo. Juntas, podríamos enseñar de otra manera lo que hace la lectura por la gente, lo que hacen las librerías y las bibliotecas por la gente. Busquemos otro enfoque, que ese dato de compra que se da no sea el único dato.

Hay una parte de activismo de impacto que nosotros estamos haciendo, pero luego hay una trayectoria que tenéis vosotros. Sois un gremio superlobista, a veces hasta de más, pero ese espíritu de identidad, de convencimiento, nos hace falta. Lo tenemos que aprender.

Hay muchas cosas que podríamos hacer juntas. Cómo funcionamos, es que quiero comprarle a la librería de mi barrio ¿qué puedo hacer?, compartir formación, hacer investigaciones conjuntas…

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